No tengo otra cosa que poder regalar a todo el mundo. Así que, para quien quiera apreciarla, ahí está mi palabra.

lunes, 5 de diciembre de 2011

¿Una pésima ladrona?


No se nos lleva los huesos,
ni la carne, ni el pellejo.
No se nos lleva la sangre,
ni los ojos, ni el cabello.

No viene a por los tesoros,
pues desprecia los palacios,
y tampoco quiere el oro.
Se marcha y lo deja todo:
Sigue en la cama el amante,
continua, en la percha, el loro...
Se va de nuestras alcobas
dejándose en las paredes
todas las obras de arte.

Igual que un gélido viento
consigue llegar a helarte.
¡Y no viene a desvalijarte,
no echa abajo las puertas,
ni quiebra los ventanales!.

Pero insisto, es inquietante,
se marcha y lo deja todo
como estaba exactamente.
Aunque, inexplicablemente,
cuantas más cosas posees
mayor disgusto te llevas
cuando viene a visitarte,
como siempre, sin avisarte.

Sin embargo, ¿que te parece?,
puede venir a buscarte,
sin ni siquiera inmutarte,
cuando lo has vivido todo
y nada tienes, ni debes.
Así que dejame preguntarte:
¿Que nos produce tal miedo?.
¿Dónde nacen tal recelo
y tan oscuros anhelos?.
¿Por qué un vértigo tan fuerte?.

Pues, robando de tal suerte,
¡¿qué se nos lleva la muerte?!

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