No tengo otra cosa que poder regalar a todo el mundo. Así que, para quien quiera apreciarla, ahí está mi palabra.

viernes, 14 de junio de 2013

LEYENDAS

 
Cuentan las leyendas que el tiempo nos cambia,
que cuartea la piel, que nos disfraza,
aminora nuestro paso, pinta las canas blancas,
disminuye nuestra fuerza y confianza.

Se dice que el tiempo nos acerca a la muerte,
que nos lleva hacia ella en volandas.
Y, si nos lo creemos, la vida se nos escapa,
en verdad desaparece veloz, rauda.

Hemos de ser al revés, el tiempo hay que vivirlo,
pues es la vida quien nos lo regala,
y si lo aprovechas, ganas, ensanchas el alma.

Como Alicia, entrando en el mundo del espejo,
demos la vuelta al concepto, porque creedme,
si no queremos, nada nos cambia.

La experiencia no gasta, las cosas que vivimos
nos construyen, el cielo nos espera terminados.

Nosotros somos Dios, bien acabado.



lunes, 10 de junio de 2013

LA PALABRA NO ME HABLA.


Hace algún tiempo que la palabra no me habla,
que no viene a visitarme, ni me abraza.
Tal vez me haya abandonado, o esté enfadada,
quizá, por tanto tergiversarla, esté harta.
Harta de tanta falsedad, de tanta mentira harta.
¡Con cuánta facilidad se lleva el viento la palabra!
¡Cuántos, en estos días, se empeñan en faltarla!

Es difícil ser poeta en los tiempos de ira y rabia,
imposible invocar la alquimia en versos huecos,
o describir las magias del alma y de los huesos,
las gargantas solo rugen llamada a la venganza,
y las bocas solo puede lanzar gritos de batalla.
Llega la hora oscura y el Sol se va de la plaza,
todos los ricos exigen, y solo los pobres pagan,
van a quitarnos el aire y ponerle precio al agua,  
y los que juran justicia, al gobernarnos engañan.
Las voces chillan, quien ha de escucharlas calla,
y yo visito mis silencios. Monumentos a la nada.

“La poesía es un arma cargada de futuro…”
pero es ahora, sin duda, cuando hemos de usarla.
 
Echo de menos mi espada, mi pluma, mi palabra.
Es nuestra única arma y ya no puedo sembrarla,
la siento esquiva, lejana…¡tal vez secuestrada!
Embusteros, mentirosos, sembradores de injusticia,
y envidiosos que siempre han querido quitárnosla,
están locos por lograr que quedemos indefensos,
perdidos, confusos, desnudos ante sus balas.

Una vez más, entre todos, no debemos consentirlo,
es momento de recoger su cosecha y emplearla.
Por eso yo, y otros como yo, cultivamos la palabra.