No tengo otra cosa que poder regalar a todo el mundo. Así que, para quien quiera apreciarla, ahí está mi palabra.

domingo, 10 de julio de 2016

Aves y reptiles

JOgando
Julio, 2016.


Aves y reptiles

Vas por la vida dejando,
tras de ti, migas de pan
que te impidan el olvido.
Mas los pájaros del cielo,
para alimentar su vuelo,
devoran esos caminos.

Y a esas bolas de cristal,
capaces de ver destinos,
una serpiente letal
las engulle con tal tino
que te trae la oscuridad.

De repente no tenemos
ni pasado, ni futuro.
ni delante, ni detrás...

Superado el primer miedo,
¿que persona no lo quiso?
Ser el reverso de Atila,
hacer que crezca la hierba,
de nuevo, por donde piso.
enterrar la pesada espada...
Desterrar odios y guerras.
Poder elegir ser nada...
Darte otra oportunidad...
¡Actuar con libertad
y lograr que los demás
respeten esa palabra!
Ser nuestro propio dueño...

Que los pájaros del cielo y
las serpientes de la tierra,
no devoren vuestros sueños
sino el tiempo penitente,
que se coman vuestras penas,
que engullan vuestras cadenas,
que disfrutéis del presente...

jueves, 30 de junio de 2016

BRUJERÍA


Con un titulo de magia,
de la escuela de la vida,
ella cura mis heridas.

En parte, ella misma,
sin querer, las abrió,
pero ahora, queriendo,
con mimo las cuida.
Enciende los días,
ahuyenta las sombras,
y, cuando ella está
luz, y azahar, respiras.

Nunca he sido su tipo,
ni siquiera me mira,
pero se que me aprecia,
“como a un hermano”,
… ¡frase maldita!,
porque, a veces,
se acuerda de mi
y su pícaro ojo guiña, 
y se enciende el Sol,
y la vida se ilumina.

La quiero, la deseo
y me lleno de celos,
y me lleno de envidias,
y lloro, y me río,
y me siento desierto,
y desbordado de ríos,
bronco, y sin medida.  

¿Que le vamos a hacer?.
Son la magia y la vida,
y cuando ella las junta,
con su risa infinita,
me provoca y me sana
las mismas heridas.

JOgando, junio, 2016.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Hachazos.

No importa cuan grande y fuerte te creas,
ni cuan dúctil y flexible seas.
No importa que enfrentes tempestades
cual si fueras un roble, o un bambú.
La más ligera brisa de un recuerdo triste,
repentino, melancólico, sútil...
y un hachazo, impertinente, te derriba.
Y una lluvia interna, salobre,
te acompaña en la caída.
Y aunque, tal vez más adelante,
tus raices vuelvan a elevarte,
y levantes de nuevo el vuelo,
es probable que no vuelvas a crecer
ni tan verde, ni tan vivo, ni... tan tierno.
JOgando, marzo, 2016