No tengo otra cosa que poder regalar a todo el mundo. Así que, para quien quiera apreciarla, ahí está mi palabra.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Hachazos.

No importa cuan grande y fuerte te creas,
ni cuan dúctil y flexible seas.
No importa que enfrentes tempestades
cual si fueras un roble, o un bambú.
La más ligera brisa de un recuerdo triste,
repentino, melancólico, sútil...
y un hachazo, impertinente, te derriba.
Y una lluvia interna, salobre,
te acompaña en la caída.
Y aunque, tal vez más adelante,
tus raices vuelvan a elevarte,
y levantes de nuevo el vuelo,
es probable que no vuelvas a crecer
ni tan verde, ni tan vivo, ni... tan tierno.
JOgando, marzo, 2016