No tengo otra cosa que poder regalar a todo el mundo. Así que, para quien quiera apreciarla, ahí está mi palabra.

viernes, 30 de enero de 2015

Jugando.




Como en un día cualquiera
camino hasta las montañas,
pensando en las musarañas,
y hundo mis pies en el mar
sentado en mis escaleras.

Juego al escondite inglés,
con Fenris, y Moby Dick,
en las celestes praderas.
Con el lobo del Ragnarok
y con esa infernal ballena,
en una playa de arena,
bailamos juntos un rock.

Amargo viento me lleva
prendido en enredaderas,
atrapando rayos del Sol
entre la mas fría piedra.

Y con mis lágrimas lavo
las calles de esta ciudad,
dejandolas que se sequen
al calor de mis quimeras.

Si todo el tiempo viviera,
tan solo en la realidad,
moriría maldiciendo
esos juegos de banderas
que en tanto consideráis
por encima de poemas. 


Ogando, enero, 2015.

miércoles, 21 de enero de 2015

RAICES PROFUNDAS




Rces Profundas

De más allá del Finisterre urbano,
desde más allá del frío asfalto.
Desde la frontera entre el campo
y la ciudad de mármol y basalto,
de encharcados solares y campos,
sobre cristales, con los pies descalzos,
vengo caminando.

Vengo de la tristeza,
vengo de la miseria,
pero aún canto.

De las calles de barro,
donde el hombre es
hogar del frío,
y la luna es un tejado.
De allí donde solo
se aventuran los valientes,
... o los locos,
de donde nacen
y se escapan pocos.

Del hambre, de la injusticia,
del amargo rencor vengo,
de la cuna de la desilusión,
de los campos sembrados
tan solo de esperanzas.
De un infierno suburbano
que algunos, ¡burla cruel!,
aún llaman barrio.
Nunca los hombres mintieron tanto.

Vengo de la tristeza,
Vengo de la miseria,
pero aún canto.
 
Desde aquella “ciudad”
donde los edificios no rascan cielos,
se quedan con sus vecinos,
a ras de suelo,
prestándoles sus portales
en los que pasar
largas horas de verano, al fresco,
estrechándose las manos.
Pidiendo puerto de mar
en sus barrios de secano,
y muriendo con ellos, al frío,
cuando llega inesperado.

Soy de lluvia y de melancolía,
y camino siempre hacia el Sol,
soy del llanto de los niños
y de sonrisas de ancianos.
Conozco la ciudad,
como si esta fuera yo,
sus calles son mis venas,
y están llenas de amigos
a los que contar mis penas:
semáforos, farolas, un buzón…
lloro en cada rincón.
Es muy grande la ciudad,
pero mi corazón… ¡lo es tanto!

Vengo de la miseria, vengo de la tristeza,
¡pero aún canto!


Ogando. De mis "Cuentos de Extrarradio".