El músico Paco de
Lucía, en una fotografía tomada en Castellar de la Frontera (Cádiz) el 14 de
julio de 2004, tras anunciarse la concesión del Premio Príncipe de Asturias de
las Artes de aquel año (AFP/Archivos, José Luis Roca)
Se ha callado para siempre una guitarra
y se ha quedado sordo el mundo entero,
aunque aún sigan cantando las cigarras.
Sobre el ruido acre de voces, hoy en día,
manantial superficial de aire y veneno,
la guitarra literaria que tocaba De Lucia
era poema musical, de mensajes pleno,
un vital lienzo de color para quien la oía.
Hoy los ángeles dejan sus liras a un lado
y escuchan, a Paco tocarla, embelesados,
tal vez ellos puedan lograr que él sonría.
Ogando, 26, 02, 2014.