(Pintura de Carlos de Haes, considerado el primer paisajista español, 1826-1898)
Quijotes, harto encantados
por los cantos de sirenas,
que nos contaron que había,
acullá, en remotas bahías,
y cuevas de piratas moros,
enterrados, mil tesoros,
huimos del pueblo un día.
Quiero no extrañar
los tonos
de la hierba de la aldea,
y el Sol del amanecer,
de los cantos de los tordos,
y de la lluvia al caer.
Quiero ser pastor -
poeta
como Miguel Hernández,
y apacentar mis ovejas
en lo alto de los Andes.
Por encima de las nubes
soltar versos asonantes
para hacer llover poemas
sobre tristes emigrantes.
Quiero ser trigo del
campo,
y un segador incansable
por llevar trozos de pan
a todo el que pase hambre.
Quiero ser un Sol
eterno,
más aún en pleno invierno,
para calentar los huesos
a desdichados sin techo.
Quiero ser sin mas
un hombre,
y regresar con los demás
a regar de nuevo huertos
que dejamos sin sembrar,
y a alejarnos del infierno,
y la autoimpuesta soledad.
Ogando, noviembre, 2014.