No tengo otra cosa que poder regalar a todo el mundo. Así que, para quien quiera apreciarla, ahí está mi palabra.

jueves, 20 de noviembre de 2014

Abandonamos la aldea...


 (Pintura de Carlos de Haes, considerado el primer paisajista español, 1826-1898)


Quijotes, harto encantados
por los cantos de sirenas,
que nos contaron que había,
acullá, en remotas bahías,
y cuevas de piratas moros,
enterrados, mil tesoros,
huimos del pueblo un día.

Quiero no extrañar los tonos
de la hierba de la aldea,
y el Sol del amanecer,
de los cantos de los tordos,
y de la lluvia al caer.

Quiero ser pastor - poeta
como Miguel Hernández,
y apacentar mis ovejas
en lo alto de los Andes.
Por encima de las nubes
soltar versos asonantes
para hacer llover poemas
sobre tristes emigrantes.

Quiero ser trigo del campo,
y un segador incansable
por llevar trozos de pan
a todo el que pase hambre.

Quiero ser un Sol eterno,
más aún en pleno invierno,
para calentar los huesos
a desdichados sin techo.

Quiero ser sin mas un hombre,
y regresar con los demás
a regar de nuevo huertos
que dejamos sin sembrar,
y a alejarnos del infierno,
y la autoimpuesta soledad.


Ogando, noviembre, 2014.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Cincuenta y ocho... ¡años!


Agobiado, cansado, envejecido,
perlado de sudor, salino, edulcorado
buceando bajo piedras, estancado.

Me muevo, pues se mueve la Tierra,
pero atado y bien atado. Pescado.

Anonadado, pesado, hecho de asfalto,
de mármol. Peón de las estrellas,
final garabateado, carne de cañón,
simple sombra de árbol. Pecado.

Carne de oración sin salvación.

¡Camino y rumbo equivocados!

Pero entero, pleno, enamorado,
sonriendo contra el viento,
mostrando mis colmillos al Infierno.

Comienzo cuando me acabo,
muerto cien mil veces, sigo vivo. 
Es lo que la vida me ha enseñado.  


Ogando, noviembre, 2014.