No tengo otra cosa que poder regalar a todo el mundo. Así que, para quien quiera apreciarla, ahí está mi palabra.

jueves, 24 de enero de 2013

¡Quiero ser un ciudadano ilustre!

Quisiera ser un bandido,
un estafador, o un putón,
masculino o femenino
que ninguno es mejor,
quisiera ser alguien guay,
de lo cutre embajador,
de los que salen cada hora
un millón en televisión.
Un ladrón de guante blanco,
un negrero explotador,
o un cochino violador.
Forrarme escribiendo libros
sobre mi vil corrupción,
en una celda de lujo
disfrazada de prisión,
y dar ejemplo a los niños
sobre cómo vivir mejor.

Quisiera ser un famoso
de esos que marcan el son
al que bailamos todos,
mientras nos roban el alma
vendiendo nuestra razón,
y que, para no despertarnos,
amenazan con sus perros
a aquel que alza la voz.


¡Ser un probo ciudadano,
ejemplar y distinguido,
y acabar siendo elegido
por mentir por vocación!
Quisiera ser elegido,
y, tras amplia votación,
no volver a haceros caso,
quedarme con los dineros,
...mangonear la nación.

Ogando, 2013

viernes, 11 de enero de 2013

¿Qué hacemos, madre?


¿Ya no queda nada, madre, por hacer,
nada que puedan hacer tus hijos?
¿No hay una sola posibilidad de vencer?
¿Damos, madre, por perdido lo que tanto
nos costó conseguir y mantener?

Cuando los tiranos se apoderan del gobierno,
déspotas ilustrados, dictadores disfrazados,
¿solo queda, madre, obedecer?
Cuando el pueblo se equivoca y
le da la mayoría a quien nunca sabrá usarla,
¿ya no se puede hacer nada?
¿No hay un solo resorte que permita
recuperar libertad y democracia?

La protesta de tus hijos en las calles,
a pesar de totalmente refrendada,
se niegan a escucharla,
y la palabra solo llega a oídos sordos,
¿qué podemos hacer, madre, para potenciarla?

Cuando se accede al poder con mentiras,
con engaños y falsas caras. Cuando en el poder
se multiplican los corruptos, los sátrapas.
Cuando el poder solo busca robar a tus hijos 
sin piedad, sin medida y sin escala,
¿No hay nada que podamos hacer, madre,
para recordarles que el pueblo es el que manda?

Cuando tus hijos tienen sangre en las venas
y, la suya y la ajena, veneran y respetan, 
¿qué pueden hacer, madre, para no derramarla?
¿Tendremos que darle la razón a Rimbaud
y abandonar la palabra y traficar con armas?

Queremos ser hombres y mujeres, niños y poetas,
pero jamás en las manos de proxenetas.
¿Qué podemos hacer si nos apoyan contra una tapia?
¿A qué nos empujan, madre?
¿En qué quieren convertirte y convertirnos, madre patria?

Ogando, enero, 2013