Voy nadando entre cuerpos encorvados
y entre lánguidas miradas derrotadas
todo el peso de un terrible futuro
sobre seres rendidos y amargados.
Y recuerdo un tiempo no muy lejano
de sol y cervezas entre hermanos,
de alegría y de apretones de manos.
Nunca pedimos demasiado.
¿Quién sembró de mezquindad nuestras mañanas?
¿Quién ha robado de la vida la grandeza?
¿Quién ha sembrado tanta miseria y pobreza?
Alguien debería pagar un alto precio
por dejarnos de herencia la tristeza.