No tengo otra cosa que poder regalar a todo el mundo. Así que, para quien quiera apreciarla, ahí está mi palabra.

viernes, 20 de octubre de 2017

“Agujeros Negros”.



Llegó descompuesto, marchito, las huellas de la desesperación se leían en su rostro. Noches sin dormir, nervios, cansancio… Le costaba incluso hablar, y al ir relatando su caso, se le veía demudar poco a poco hacia un estado más y más paranoico. No obstante, incluso a pesar de lo inverosímil de su historia, yo si le creí. La policía había ignorado reiteradamente sus denuncias, pero yo le creí. Tal vez porque sea el único detective ingenuo del mundo, o tal vez porque la paga que ofrecía por el trabajo era realmente alta. En cualquier caso, tras tanto tiempo investigando aburridas infidelidades, y repetitivas corrupciones, un buen asunto de posible homicidio era lo que mas se parecía a esos casos de las películas que me habían inspirado para ser precisamente un detective.

Que alguien te encargase descubrir a su presunto asesino, antes de que este le asesinara, hacía subir varios enteros tu cotización en bolsa, le prestaba al asunto un cierto halo de ciencia ficción, y un exquisito aroma a caso de Sherlock Holmes. No podía dejar pasar aquella oportunidad.

Mi cliente estaba convencido, ni más ni menos, de que alguien había puesto en marcha el plan mas sofisticado, del que yo hubiera oído hablar en la vida, precisamente para acabar con la de mi cliente, y realizar el crimen perfecto. De hecho, según él, el plan consistía en que, cuando por fin el criminal le asesinase, nadie pudiera acusarle jamás de nada, pues ya no quedaría en realidad ningún rastro de la anterior existencia de su víctima. Para mi cliente estaba claro que los hechos que estaban encadenándose, y obsesionándole, en los últimos tiempos no podían tratarse de una casualidad, y así me lo hizo saber.

.-Aquí y allá.- me explicó.- se abren inesperados, inquietantes, con una sombría y aterradora capacidad de atracción. ¡Cada vez que uno me alcanza se traga parte de mi vida! Han desaparecido los cines de barrio de mi adolescencia. Han borrado mi colegio, ¡convertido ahora en una tienda de todo a cien! Los antiguos, y acogedores, billares en los que jugaba con mis colegas, ya no están. ¡Han desintegrado la casa de mis padres!  De las empresas en las que trabajé no quedan ni los edificios. Las casas de mis familiares ya no existen, están derruidas, u ocupadas por gentes que no recuerdan quien había vivido allí antes. Los amigos también han muerto, o se han alejado hace tiempo, y les he perdido toda pista. Aquí y allá se van abriendo amenazantes. Corren tras de mi, y yo se que estoy condenado. Alguien está borrando conscientemente toda mi vida, abriendo un interminable reguero de agujeros negros.-

El relato resultó sobrecogedor, y ciertamente todo aquello resultaba extraño, eran demasiadas cosas las que le estaban sucediendo, y no parecía que fuera posible que ocurrieran tantas casualidades sin la intervención de algún agente externo que las dotara de cierta causalidad.

Puedo asegurar que fui absolutamente profesional, que puse todo mi empeño en averiguar que estaba pasando. Investigué a fondo todas y cada una de esas desapariciones, me llevó un tiempo importante visitar empresas, registros, entidades, y personas físicas, pero finalmente, pasado ese tiempo, estuve en posición de entregarle un informe preciso.
¡Desde cierto punto de vista era cierto lo que mi cliente pensaba! Era verdad que alguien iba tras él, y no con las mejores intenciones. Pero no había solución para ello, nada se podía hacer por evitarlo.

Todo lo que estaba desapareciendo a su alrededor, lo hacía por un mismo motivo: Mi cliente iba envejeciendo, y a su alrededor la ciudad no paraba de modernizarse. Los agujeros negros que crecían en su existencia, estaban simplemente siendo reemplazados por nuevos entornos, por retazos de otras existencias, se trataba, en definitiva, de la simple y coherente marcha de la vida. El implacable asesino que iba tras él era el tiempo, y poco a poco, inexorablemente, iba cumpliendo con su eterna misión, lo que paralelamente iba haciendo desaparecer las huellas de mi cliente de su paso por la Tierra.

Al menos ahora, quedaría mi informe escrito, para que él no quedase totalmente relegado al olvido.


FIN.

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