¡Ay Carmena!
Lo sé, se que no eres tu sola la culpable de que haber votado a Podemos me esté dando quebraderos de cabeza, pero tengo que decírtelo. Esta medida, de ir por una calle, y volver por otra, es un ejemplo de esas que tomáis que me “hielan, sin a que ni pa que, el corazón”. ¿Estamos tontos?
Esta medida no es siquiera populista, es absurda, y dictatorialmente paternalista, ¿en que estabais pensando? ¿Que será lo próximo? ¿no pasear esas calles en grupo?
¿Sabéis, Carmena y equipo? En el fondo habéis construido, en pleno centro de mi amado Madrid, una magnífica analogía de eso en lo que se han convertido izquierda y derecha, es la demostración gráfica perfecta: Ambos conceptos reducidos a simples direcciones obligatorias.
Ni nuestros gobernantes, de uno u otro signo, se plantean una sola cosa con sentido, ni el pueblo se plantea llamarles estúpidos cuando son los que van teóricamente en su misma dirección. Murieron las ideologías reflexivas, triunfa el fanatismo más futbolero. “Viva Messi” (o Ronaldo), aunque el equipo pierda, aunque el solo gane más que todos los socios del club juntos, y encima no pague sus impuestos. ¡Somos carne de cañón! Pero... ¡Ay Carmena! Jamás pensé que Podemos, y menos tú, pudierais convertiros en parte de ese cañón.
Una y otra vez, el cada vez más viejo anarquista que hay en mi, me susurra con más frecuencia: ¡Que cuesta arriba se me está haciendo esta democracia!
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